Imagen de Jan Steiner en Pixabay
Me finco en lo la dialéctica bola de pelos de la irrisoria
sonrisa del bidente perpetrado, hasta sentir que la omnilemsia del sátrapa
recino, abofetea el verde oscuro del cisma humanitario. Sin ese cambio del
climaterio, endocrinamente fleteas el advenedizo, lúgubre de la radiante
lujuria del paciente mórbido, de la lesbiana sonrisa, del negro amanecer y de
la plata del caballo feroz.
Como si fuera esto poco de todo y medio lleno del vacío
desértico, se frambuesa la hostia, se apetichenta el alfarero y se imbide el
pelestín, de las cortalinas, de los chuchuhuasis, de las húmedas secas y hasta
de pronto también tampoco.
Las pegalinas del alambre enrojecido matonean los arbustos
de las crines roedororas… ¿No puedo más! ¡No puedo más? Pregunto y exclamo,
exclamando y preguntando, bipolar del bi-polo, polo, monopolo del mono y del
polo. ¿Para qué? Por tanto: es la respuesta, la única respuesta que pregunta,
la única pregunta de la respuesta, la claridad entumida, la rígida elastina y
el revólver del revolver.
Entonces sí, sí entonces. Porque si entonces, Entonces
tonces. Sí, sí entonces. Porque si entonces, Entonces tonces. Sí entonces.
Porque si entonces, Entonces tonces. Entonces. Porque si entonces, Entonces
tonces. Si entonces, Entonces tonces. Entonces, Entonces tonces. Entonces
tonces. Tonces. Onces. Nces. Ces. Es. S.
Gracie, Racie, Acie, Cie, Ie, E.
Álvaro Posse