lunes, 7 de julio de 2003

Nadie me ve



Veo mucha gente a mi alrededor: blancos, negros, mestizos y mulatos; cristianos, católicos, agnósticos y satánicos; hombres y mujeres; niños, jóvenes, adultos y más adultos; honrados y ladrones; ricos, pobres y más pobres; lujuriosos y lujuriosas; depresivos, alegres  y pensativos; estudiantes, profesionales y analfabetas; amorosos, odiosos y desentendidos; seguros e inseguros… casi todos son seres humanos… pero nadie me ve.

Junto a ellos hay árboles con frutas y pájaros; almacenes formales y ventas informales; automóviles, motos y bicicletas; edificios y casas; mascotas y animales callejeros; por los aires pasan los aviones; en tierra están los semáforos, en las ventanas los chismes y en las esquinas los malos negocios.

Los malos negocios que hice, en todas esas esquinas, apoyado en los chismes que escuchaba salir de aquellas ventanas, ya no los hago. Ya no necesito los semáforos para cruzar las calles, tampoco los aviones para ir de un lugar a otro. Ya no pateo los animales callejeros, ni asusto a las mascotas. Ya no asalto edificios y casas. He dejado de robar automóviles, motos y bicicletas. Ya no extorsiono almacenes formales valiéndome de las ventas informales informantes. Ya no daño los árboles, con sus frutas y sus pájaros… muchos me veían.

Esa gente que veo a mi alrededor: blancos, negros, mestizos y mulatos; cristianos, católicos, agnósticos y satánicos; hombres y mujeres; niños, jóvenes, adultos y más adultos; honrados y ladrones; ricos, pobres y más pobres; lujuriosos y lujuriosas; depresivos, alegres  y pensativos; estudiantes, profesionales y analfabetas; amorosos, odiosos y desentendidos; seguros e inseguros… casi todos son seres humanos, excepto los que me mataron… por eso ahora nadie me ve.


Álvaro Posse