jueves, 15 de diciembre de 2022

¿Qué es un blog? ¿Qué es un bloguero?


Un bloguero, de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, "es una persona que crea o gestiona un blog", es decir, "un sitio web que incluye (...) contenidos de su interés, actualizados con frecuencia y a menudo comentados por los lectores".

Etimológicamente, la palabra blog es una contracción derivada del inglés Word Wide Web Log (algo así como el registro diario de la red), mientras que el sufijo ero alude a "oficio, ocupación o profesión".

Un bloguero, en su función de escritor, utiliza páginas Web para realizar sus publicaciones. Los blogs son variadísimos, tanto como las revistas impresas que pueden ser desde "informales" hasta especializadas, de acuerdo con los intereses, las experticias y las rigurosidades de los blogueros.

Para mencionar un ejemplo de un blog, citamos a ESTAR BIEN, una página especializada en Psicología y Educación, creada y gestionada por su escritor, bloguero Álvaro Posse. 

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martes, 22 de noviembre de 2022

Epístola de San Sin Mío a los Conlomío Sinsermío

Imagen de Alexa en Pixabay 


En aquellos días se dijo:


"Nada es mío, nada me pertenece. Nacemos sin nada, partimos sin ello. Sin embargo, nos hacemos mayordomos de las titulaciones que nos otorga nuestra habilidad, nuestro trabajo. Y así, validamos su uso y usufructo, como si fuera propiedad privada.

 

La paradoja es que, cuando alguien, con sus actitudes llega y te dice: “Nada es tuyo, nada te pertenece, lo tomo, lo uso, lo usufructo y no importa, se despoja de la mayordomía, del uso, del usufructo y se invade la privacidad… 


Conclusión: Lástima que lastima lástima.


Álvaro Posse

Pasado borrado, pasado turaco

Imagen de Marjon Besteman en Pixabay 
 

Érase un ves

que veía el erase

de cuando en vez

hasta por cienpre

never turaco jamás.


Álvaro Posse

miércoles, 16 de noviembre de 2022

En un bosque de la China

En un bosque de la China, una china se perdió, pero tenía celular y el GPS la encontró. La encontró en el bosque que ya no era bosque por la deforestación, rodeada de nada. ¿A qué temía entonces? A quedarse sin batería. Sin árboles se vive, sin celular no.

Álvaro Posse

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Imagen de svklimkin en Pixabay 

lunes, 14 de noviembre de 2022

La torta de Platón

Imagen de Pexels en Pixabay 

10 de diciembre de 2020, día primero. La señora Sancena planeaba la celebración de los 15 años de su hija. Pocas niñas a esta edad sienten una pasión por la Filosofía, las artes y la música. La primera, especialmente, una materia que la llena a plenitud y la hace hablar como si fuera una dedicada estudiante universitaria que cursa los primeros semestres de su carrera profesional y no como una joven corriente de grado octavo de la básica secundaria. Así que ese cumpleaños requería algo especial: una torta temática donde la Filosofía se destacara en su decorado, grabando en ella los rostros de personajes de la talla de Sócrates, Platón y Aristóteles, utilizados por primera vez en el desconocido rol de celebridades de la farándula.

La amable vendedora de la pequeña y acogedora fábrica de tortas temáticas, un tanto afectada por lo que ella misma catalogaba como “una gripita”, tenía dificultades para hablar portando su tapabocas: uno de esos elementos de bioseguridad que exigen su uso permanente en una pandemia como la del “nuevo coronavirus” que comenzó su temporada alta en el año 2020, después de permanecer oculto, por quién sabe cuánto tiempo, entre murciélagos y laboratorios mandarines. Así que, para tomar aire y hacerse entender en torno a las explicaciones sobre la torta temática, decide despojarse parcialmente de la mascarilla, a pesar de las muchas advertencias del peligro de liberar del cautiverio a cientos de miles de virulentas partículas.

Al regresar a casa todo era normal y el asunto de la torta filosofal pasó a un segundo plano, todo porque el foco se centró en prepararse para asistir, el día siguiente, al gran evento de la nobleza de la calle virreinal. 

11 de diciembre de 2020, el día segundo: el hermano de la señora Sancena recibió a los invitados del gran evento conocido también como la “Reunión de conciudadanos”, la versión número 24 en apenas 6 años de ejercicio como anfitrión de un círculo íntimo de gran capacidad de generación de comentarios en las redes sociales, con aspiraciones inconscientes y provinciales de evocación del mundo Hola. A esa cita asistieron, además del organizador de 64 años, su mejor amigo -el médico- y su mejor amiga: el monstruo, como la señala despectivamente por gorda. Ambos, médico y monstruo, de 63 años; Sancena, que no podía faltar, de 52 años, su suegra, Adita, de 77, su hija de casi 15 y su esposo, “el rector”, de 54. Una reunión donde casi todos los asistentes eran catalogados como “población en riesgo” a causa del Covid19 pero que se realizó como cualquiera que se hubiese celebrado antes de la pandemia, sin distanciamiento social, sin tapabocas, sin recomendaciones de los entes de salud y de los medios de comunicación.

La “Reunión de conciudadanos” -financiada gracias a la venta de unos Ferragamo de segunda, bajo la sospecha de no ser originales- se desarrolló alrededor de una espléndida cena, todos sentados a la misma mesa. De golpe, la señora Sancena dejó caer accidentalmente sobre su plato, la enorme cuchara de plata con la que se proponía servir parte del estupendo menú: un accidente atribuido al cansancio, según dijo el médico, emitiendo su diagnóstico bajo los efectos de varias botellas de vino.

Al día siguiente la señora Sancena conservaba su cansancio y, además se le notaba un tanto, apenas un tanto, agripada. El cansancio, como diagnóstico, se explicaba por los ejercicios realizados en el gimnasio: La señora Sancena tuvo una semana en la que “le dio muy duro al ejercicio” y ahora, argumentaba, era el ejercicio el que le estaba dando duro a Ella. Esta suposición llevó a la determinación de pensar en reducir provisionalmente la carga de ejercicios que realizaba, al fin y al cabo, ya estaban en vacaciones y el tiempo se debía aprovechar para otras cosas. ¿Y la gripa? Bien, gracias. Apenas una gripita, de esas que dan de vez en cuando, pequeñitas, inofensivas y a ratos inadvertidas: “Nada de qué preocuparse”, decía. Y “jajajaja” -eso es Covid- la molestaban como se molesta a las personas cuando las intenciones son exagerar. Así terminó el tercer día: el 12 de diciembre de 2020.

El cuarto día, 13 de diciembre de 2020, decidieron, la señora Sancena, su hija y su esposo, como todos los domingos, salir a almorzar. El sancocho del Restaurante Don Aponte fue el elegido. Allí estuvieron, allí almorzaron, solo que esta vez la señora Sancena volvió a dejar caer accidentalmente una cuchara, ahora de tamaño sopero-común sobre su plato. Ella apenas pudo con el caldito, lo demás lo dejó…

 Esta vez está desganada y, con la extraña necesidad de regresar a casa a descansar, ¿de qué? Pues del año acumulado de trabajo. Así de disculpa en disculpa se iban excusando todos los síntomas que estaban ante sus ojos y seguramente detrás de ellos, 24 horas después de haber compartido con su hermano, el médico, el monstruo, su suegra, su esposo y su hija.

El fin de semana acabó y con el quinto día, el lunes 14 de diciembre de 2020, llegaron también los afanes: La señora Sancena que debía cumplir una cita de salud con el médico, terminó alertada por él, de requerir de inmediato hacerse la prueba del Covid19, tras la confesión de la presencia de esa gripita que misteriosamente había aparecido y del cansancio que no desaparecía a pesar de las horas de reposo dedicadas a desvanecerlo sin éxito.

El diagnóstico fue contundente: Covid19, adquirido presuntamente por el contacto directo con la amable vendedora de la pequeña y acogedora fábrica de tortas temáticas que se despojó de su tapabocas para explicar la forma como Sócrates, Platón y Aristóteles, serían utilizados por primera vez como celebridades de la farándula. (…)

Ahora bien, si quieres, el cuento termina aquí.

Si no quieres, no termina aquí. Entonces sigue con el monstruo, desde el título "Celebrando la Vida", justo antes de morir por miedo a que B. Gates le implantara un "chip". Ingresa AQUÍ


Álvaro Posse

sábado, 29 de octubre de 2022

María Josefa Melania Calíope Griselda Fernández de Soto y del Castillo


Imagen de 921354 en Pixabay 

La única noche buena

El monstruo, al que no seguiremos identificando así, por corresponder a un sobrenombre impuesto por el hermano de la Señora Sancena, y pese a que a ella parece no importarle y cuyo verdadero nombre es María Josefa Melania Calíope Griselda Fernández de Soto y del Castillo, conocida por sus amigas y compañeras del Colegio María Auxiliadora como “Gris” (en alusión a Griselda, su nombre más llamativo), era en 1980 una hermosa mujer que mostraba apenas una leve tendencia a engordar y cuyo único pecado fue el enamorarse del que denominan, la “persona equivocada” y que a la postre sería señalado como el gran culpable de su obesidad mórbida.

Gris lo vio por primera vez en una de las antiguas festividades del municipio. Le gustó su seriedad, su delgadez, su conversación de abogado interesante y sus ideas liberales que contradecían las conservadoras lecciones familiares que trataban de convencerla de llegar virgen al matrimonio. Gris insistía e insistía y bautizó como “novio” a quien nunca consideró serlo, pero que gozaba con el espíritu arrollador de su amiga.

Fue así, como una noche de copas, una noche loca, saliendo de un baile en la Discoteca La Ceiba, ella se propuso contravenir las recomendaciones conservadoras de su familia y él, otras diferentes, de sus iguales autoexcluídos del closet. Así, puestos de acuerdo en esta causa común, pasaron la noche juntos, cosa que sólo el Aguardiente podía permitir.

Al despertar, los demonios de la mente de ambos, impulsaron el siguiente diálogo a viva voz:
- Amor, me levanté con pereza.
- Hum… de malas.
- Estoy como inflada.
- ¿Dónde?
- En el estómago.
- ¿Qué comió anoche que no la vi?
- Nada.
- ¿Entonces?
- No, inflada, pero de lo gorda.
- ¡Ah!
- Tengo que adelgazar.

- ¡Échele cuchilla!
- ¡Eso vale mucha plata!
- ¡Usted tiene plata!

- Además, la operación duele mucho.
- ¿Sí, cómo sabe?
- ¿Y es que acaso no hay gente que ya se ha hecho eso?
- ¿Sí, quién?
- Muchas… pero la barriga les queda templada como un tambor.
- ¡Entonces quédese así!
- ¡Pero es que estoy gorda!
- ¡¿Y qué?!
- ¡Pues que me siento inflada!
- ¡Desínflese!
- ¡Pero eso duele!

- Si no quiere operarse, ni gastar plata, entonces cierre la jeta.
- Pero cerrar la boca da mucha hambre.
- ¡Entonces quédese así!
- Pero, ¿no ve que estoy gorda?
- ¡Vaya entonces donde la nutricionista!

- Esa vieja está más gorda que yo.
- A mí no me parece.
- ¿Ah no? ¿O es que le gusta mucho la gorda esa?
- Usted de mí no debería sentir celos. ¡Paranoica!
- ¡Paranoica no!... Un poquito gorda, tal vez.

- ¡Acomplejada!
- ¿Acomplejada? ¡Esa vieja es una marrana!
- ¡¿Y quién está hablando ya de la nutricionista?!
- ¡Yo!
- ¡Entonces no vaya tampoco!
- ¡¿Y quién dijo que yo quería ir?!
- ¡Usted!
- ¿Yo? ¡Usted está loco!
- ¡La loca es usted!
- ¡Respéteme, yo soy su novia!
- ¿Cuál novia? ¡Acomplejada!

- ¡Acomplejada su madre!
- ¡Con mi mamá no se meta!
- ¡Pues sí me meto, porque ella es una metida!
- ¡Déjela tranquila!
- ¡Ella también está gorda! ¡Gorda, gorda, gorda!
- Pues de pronto… ¡Pero a ella no le importa! ¡Acomplejada!
- ¡Pero a mí sí me importa!
- ¡¿Qué?!
- ¡La gordura!
- ¡¿De mi mamá?!
- ¡No, la mía!, ¿si ve que con usted no se puede hablar?

- ¡Acomplejada!
- ¡Acomplejada no! Realista…
- ¡Opérese!
- ¡Eso duele!

- ¿Y acaso la van a operar sin anestesia?
- ¿Usted qué va a saber?
- Los médicos no son carniceros.
- Ambos tienen bata blanca… ¡pendejo!
- ¡Pendeja usted!
- ¡¿Pendeja porque quiero adelgazar?!
- ¡No, por pendeja!

- Eso le pasa a una por preocuparse por su figura…
- A estas horas y preocupándose conmigo...
- Pues para que vea mijito que a mí me mira todo el mundo.
- ¿Sí?, cómo no.
- ¡Pues desde sus médicos hasta sus carniceros me miran!
- ¿Carniceros? ¡Cochina!
- ¡Respéteme!
- ¡Gordiflona!

- Gordiflona no, acomplejada sí.
- ¿Si ve que es una acomplejada?
- Pues con complejo y todo me miran.
- Si gorda y acomplejada la miran, ¿para qué quiere adelgazar?
- ¡Porque usted me presiona para que adelgace porque usted está flaco!
- ¿Yo la presiono? ¡Usted está reloca!
- ¿Reloca? ¡De pronto gorda, pero loca nooo!

- ¿Y es que estás muy gorda?
- Sí, mire…
- A mí no me parece.
- ¿No?
- No. No me parece, no me importa. Lo único que quiero decirle es que soy gay y te dejo. Chao

Dicen, empezando por sus amigos que, ese fue el momento de quiebre, de desilusión, del que nunca se pudo recuperar y que suplió toda la vida con un desorden alimenticio descomunal.
Celebrando la vida

40 años después y tras salir negativos por coronavirus, los tres grandes amigos de toda la vida, decidieron celebrar la vida y la salud.

El médico, identificado por conocer todos los sitios elegantes de los alrededores y frustrado por la tacañería de su esposo, el que, según sus palabras, cuida moneda a moneda a pesar de ser el dueño de un apartamento en París y ávido de celebrar el no haberse contagiado de Covid, decide invitar a sus amigos del alma: Gris y Rodolfo, a las "lomitas marineras", un costosísimo restaurante donde el moustruo -del que dijimos no volver a decirle así- desató toda su voracidad
Era la tercera vez que Gris salía a la calle desde el confinamiento. Pidió seis entradas diferentes, sandría, vino, champaña, platos fuertes de repetición y hasta la colección entera de los postres. El médico, preocupado por la cuenta, expresó: "Gris: no comas de esa manera. El covid anda suelto y si no te alimentas bien, puede hacerte daño". -Si es por plata, fresco: ¡Yo pago todo!, dijo Gris, mostrando un fajo de arrigados billetes de $ 100.000 pesos, depositados dentro de un monedero que sacó de en medio de sus protuberantes mamas.

- ¡A comer y a beber! dijo Rodolfo, aclarando que lo tercero, follar, era un asunto que Gris sólo había experimentado una sola noche con aquel interesante abogado. Y así fue: comieron y bebieron. Gris pagó y prometió repetir la faena, añadiendo que comería por placer, bebería por diversión y que jamás se vacunaría contra el Covid, según ella: "porque Bill Gates quería ponerle un chip para vigilarla".

Dos días después comenzó Gris a tener síntomas de Covid19

Epílogo de su vida. Parafraseando a Rafael Pombo

“Según díceres públicos, doña Gris hallábase hidrópica o pudiera ser víctima de apoplético golpe fatal. Su exorbitante estómago era el más alarmante espectáculo; fenómeno volcánico su incesante jadear y bufar. Sus fámulos y adláteres la apodaban Pantófaga omnívora, gastrónoma vorágine que tragaba más bien que comer. Y a veces suplicábanle, ya previendo inminente catástrofe: «señora doña Gris; veáse el buche; modérese usted». Ella daba por réplica: «¿a qué vienen sermones y escándalos? ¡Mi comida es el mínimum requisito en perfecta salud! Siéntome salubérrima y no quiero volverme un espárrago, un cínife ridículo”.

Pero Gris enfermó y el médico suyo advirtió:

“Está usted en las últimas; ya lamento su trágico término. Gris, amada Gris! ¡Oh! dolor; ¡Oh! espectáculo cruel!» (…): a los cinco minutos murió, hinchada, boca abajo, conectada al oxígeno, en la UCI!
Fueron sus honras fúnebres solemnísimas, (...) y hoy, con dolor de estómago, léen el Médico y Rodolfo aún en su lápida el rótulo; Yace aquí doña Gris; véase en este espejito el glotón.”(1)

Álvaro Posse

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(1) Relato tomado de Doña Pánfaga, de Rafael Pombo. Se substituye Pánfaga por Gris.