martes, 22 de noviembre de 2022

Epístola de San Sin Mío a los Conlomío Sinsermío

Imagen de Alexa en Pixabay 


En aquellos días se dijo:


"Nada es mío, nada me pertenece. Nacemos sin nada, partimos sin ello. Sin embargo, nos hacemos mayordomos de las titulaciones que nos otorga nuestra habilidad, nuestro trabajo. Y así, validamos su uso y usufructo, como si fuera propiedad privada.

 

La paradoja es que, cuando alguien, con sus actitudes llega y te dice: “Nada es tuyo, nada te pertenece, lo tomo, lo uso, lo usufructo y no importa, se despoja de la mayordomía, del uso, del usufructo y se invade la privacidad… 


Conclusión: Lástima que lastima lástima.


Álvaro Posse

Pasado borrado, pasado turaco

Imagen de Marjon Besteman en Pixabay 
 

Érase un ves

que veía el erase

de cuando en vez

hasta por cienpre

never turaco jamás.


Álvaro Posse

miércoles, 16 de noviembre de 2022

En un bosque de la China

En un bosque de la China, una china se perdió, pero tenía celular y el GPS la encontró. La encontró en el bosque que ya no era bosque por la deforestación, rodeada de nada. ¿A qué temía entonces? A quedarse sin batería. Sin árboles se vive, sin celular no.

Álvaro Posse

-----

Imagen de svklimkin en Pixabay 

lunes, 14 de noviembre de 2022

La torta de Platón

Imagen de Pexels en Pixabay 

10 de diciembre de 2020, día primero. La señora Sancena planeaba la celebración de los 15 años de su hija. Pocas niñas a esta edad sienten una pasión por la Filosofía, las artes y la música. La primera, especialmente, una materia que la llena a plenitud y la hace hablar como si fuera una dedicada estudiante universitaria que cursa los primeros semestres de su carrera profesional y no como una joven corriente de grado octavo de la básica secundaria. Así que ese cumpleaños requería algo especial: una torta temática donde la Filosofía se destacara en su decorado, grabando en ella los rostros de personajes de la talla de Sócrates, Platón y Aristóteles, utilizados por primera vez en el desconocido rol de celebridades de la farándula.

La amable vendedora de la pequeña y acogedora fábrica de tortas temáticas, un tanto afectada por lo que ella misma catalogaba como “una gripita”, tenía dificultades para hablar portando su tapabocas: uno de esos elementos de bioseguridad que exigen su uso permanente en una pandemia como la del “nuevo coronavirus” que comenzó su temporada alta en el año 2020, después de permanecer oculto, por quién sabe cuánto tiempo, entre murciélagos y laboratorios mandarines. Así que, para tomar aire y hacerse entender en torno a las explicaciones sobre la torta temática, decide despojarse parcialmente de la mascarilla, a pesar de las muchas advertencias del peligro de liberar del cautiverio a cientos de miles de virulentas partículas.

Al regresar a casa todo era normal y el asunto de la torta filosofal pasó a un segundo plano, todo porque el foco se centró en prepararse para asistir, el día siguiente, al gran evento de la nobleza de la calle virreinal. 

11 de diciembre de 2020, el día segundo: el hermano de la señora Sancena recibió a los invitados del gran evento conocido también como la “Reunión de conciudadanos”, la versión número 24 en apenas 6 años de ejercicio como anfitrión de un círculo íntimo de gran capacidad de generación de comentarios en las redes sociales, con aspiraciones inconscientes y provinciales de evocación del mundo Hola. A esa cita asistieron, además del organizador de 64 años, su mejor amigo -el médico- y su mejor amiga: el monstruo, como la señala despectivamente por gorda. Ambos, médico y monstruo, de 63 años; Sancena, que no podía faltar, de 52 años, su suegra, Adita, de 77, su hija de casi 15 y su esposo, “el rector”, de 54. Una reunión donde casi todos los asistentes eran catalogados como “población en riesgo” a causa del Covid19 pero que se realizó como cualquiera que se hubiese celebrado antes de la pandemia, sin distanciamiento social, sin tapabocas, sin recomendaciones de los entes de salud y de los medios de comunicación.

La “Reunión de conciudadanos” -financiada gracias a la venta de unos Ferragamo de segunda, bajo la sospecha de no ser originales- se desarrolló alrededor de una espléndida cena, todos sentados a la misma mesa. De golpe, la señora Sancena dejó caer accidentalmente sobre su plato, la enorme cuchara de plata con la que se proponía servir parte del estupendo menú: un accidente atribuido al cansancio, según dijo el médico, emitiendo su diagnóstico bajo los efectos de varias botellas de vino.

Al día siguiente la señora Sancena conservaba su cansancio y, además se le notaba un tanto, apenas un tanto, agripada. El cansancio, como diagnóstico, se explicaba por los ejercicios realizados en el gimnasio: La señora Sancena tuvo una semana en la que “le dio muy duro al ejercicio” y ahora, argumentaba, era el ejercicio el que le estaba dando duro a Ella. Esta suposición llevó a la determinación de pensar en reducir provisionalmente la carga de ejercicios que realizaba, al fin y al cabo, ya estaban en vacaciones y el tiempo se debía aprovechar para otras cosas. ¿Y la gripa? Bien, gracias. Apenas una gripita, de esas que dan de vez en cuando, pequeñitas, inofensivas y a ratos inadvertidas: “Nada de qué preocuparse”, decía. Y “jajajaja” -eso es Covid- la molestaban como se molesta a las personas cuando las intenciones son exagerar. Así terminó el tercer día: el 12 de diciembre de 2020.

El cuarto día, 13 de diciembre de 2020, decidieron, la señora Sancena, su hija y su esposo, como todos los domingos, salir a almorzar. El sancocho del Restaurante Don Aponte fue el elegido. Allí estuvieron, allí almorzaron, solo que esta vez la señora Sancena volvió a dejar caer accidentalmente una cuchara, ahora de tamaño sopero-común sobre su plato. Ella apenas pudo con el caldito, lo demás lo dejó…

 Esta vez está desganada y, con la extraña necesidad de regresar a casa a descansar, ¿de qué? Pues del año acumulado de trabajo. Así de disculpa en disculpa se iban excusando todos los síntomas que estaban ante sus ojos y seguramente detrás de ellos, 24 horas después de haber compartido con su hermano, el médico, el monstruo, su suegra, su esposo y su hija.

El fin de semana acabó y con el quinto día, el lunes 14 de diciembre de 2020, llegaron también los afanes: La señora Sancena que debía cumplir una cita de salud con el médico, terminó alertada por él, de requerir de inmediato hacerse la prueba del Covid19, tras la confesión de la presencia de esa gripita que misteriosamente había aparecido y del cansancio que no desaparecía a pesar de las horas de reposo dedicadas a desvanecerlo sin éxito.

El diagnóstico fue contundente: Covid19, adquirido presuntamente por el contacto directo con la amable vendedora de la pequeña y acogedora fábrica de tortas temáticas que se despojó de su tapabocas para explicar la forma como Sócrates, Platón y Aristóteles, serían utilizados por primera vez como celebridades de la farándula. (…)

Ahora bien, si quieres, el cuento termina aquí.

Si no quieres, no termina aquí. Entonces sigue con el monstruo, desde el título "Celebrando la Vida", justo antes de morir por miedo a que B. Gates le implantara un "chip". Ingresa AQUÍ


Álvaro Posse