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VERSIÓN ARTÍCULO
Años atrás, en los
primeros del siglo XXI, cuando el protestantismo parecía cobrar fuerzas, se
llevó a cabo una celebración religiosa muy particular, en pleno Jueves Santo,
en uno de esos lugares donde
Recuerdo que gritaba en actitud esquizofrénica, identificándose con su nombre, apellido, número de cédula, fecha y lugar de nacimiento, cargo eclesiástico y años de ordenación, mientras con un spray lleno de aceite, para purificar el lugar y librarlo de las malas influencias, rociaba todo lo que se le ocurría, desafiando al señor de las tinieblas: ¡Qué poder! ¡Qué autoridad! –exclamaban los propietarios de la congregación y sus más inmediatos y fascinados seguidores.
Ninguno de los presentes, absolutamente ninguno, se atrevía a moverse de sus sillas, unos pocos maravillados por el espectáculo, quienes sin cesar y en excitación mística gritaban ¡Aleluya, Gloria a Dios! Y otros, la mayoría, presas del pánico, en angustioso silencio de pre-infarto, derramaban gota a gota sus líquidos excrementicios amarillos: entre ellos, no pocos asistían por primera vez y seguramente ninguno lo hizo de nuevo, sobretodo porque nuestro protagonista de novela citado se atrevió a revelar una de sus visiones, diciendo: “En este instante, allá en la mitad de la iglesia, por donde está la señora de pañoleta morada, estoy viendo salir a un demonio en forma de cocodrilo…”
Imposible describir, ahora sí, el terror, horror y miedo extremo, cuando la señora de pañoleta morada, como si se sintiera perseguida por el coyote de las tiras cómicas, huyó espantada del lugar, a velocidades descomunales tipo correcaminos, dejando atrás suyo, y como testigo de su angustiosa evacuación, una estela grisácea de decepción…
Y, en realidad, ¿quién no se decepcionaría, cuando por buscar a Dios se llegara a encontrar con un imaginario pero amenazador cocodrilo? ¡Cualquiera! Pero bueno, ¿qué significado simbólico tiene el cocodrilo? Pues, resulta que para occidente, por ejemplo, es un símbolo de duplicidad e hipocresía, muy apropiado para los organizadores de este tipo de espectáculos macabros disfrazados de cristianismo, quienes a imagen y semejanza de este reptil, son temibles, además, por la voracidad del trato que les dan a quienes no consideran sus hermanos.
En fin, de todas
formas, la libertad de cultos, termina por ser legalmente adorable.