martes, 15 de agosto de 2006

Desagravio a La Vieja y a La Virgen

Imagen de Alexa en Pixabay 

En la cotidianidad convivimos con cosas bastante feas que, aunque evidentemente son horribles, la costumbre nos ha obligado a aceptarlas, sin que exista ninguna resistencia hacia ellas. Por ejemplo, y en primer lugar, nuestro bello Río La Vieja, que a pesar de ser uno de los principales afluentes del Cauca, servir de límite a los departamentos del Quindío, Valle y Risaralda, tener una longitud de 750 km. y una cuenca de 2.925 km. cuadrados, donde desembocan 23 ríos, riachuelos y quebradas, en medio de un paisaje natural extraordinario, se le denomina ¡La Vieja!

A tan hermoso e importante Río, ¿cómo pudo habérsele bautizado como “La Vieja”? Seamos sinceros: queremos mucho nuestro río, pero su nombre no es el más sonoro, la fealdad con la que se identifica es indiscutible y la percepción estética del responsable de su bautismo es bastante cuestionable: dicen que se llama así, en recuerdo de una mujer adulta mayor, cuyo pecado era el de estar recogiendo oro del río, en el momento preciso en que varios españoles pasaban por el lugar, teniendo que soportar, según la tradición, un momento inimaginablemente dramático, luchando en vano, hasta morir, tratando de defender sus pertenencias y su vida… los conquistadores no eran muy persuasivos que digamos. A esa mártir aborigen y a su río, la historia y la leyenda los señala como La Vieja.

En segundo lugar, según los relatos bíblicos la Virgen María jamás se mostró como una mujer histérica, ni siquiera en los momentos más difíciles de su vida, como por ejemplo en medio del profundo dolor que sintió en la crucifixión de su hijo, observando, en primera fila, un espectáculo sencillamente bestial. A pesar de su carácter, nuestro hermoso Himno Nacional en una de sus estrofas anuncia que La Virgen sus cabellos arranca en agonía. No nos digamos mentiras: esta es una porción lamentablemente fea de nuestro Himno.

Basado en los dos ejemplos anteriores, me atrevo a creer, que la mujer que sí pudo haberse arrancado los cabellos en agonía, mientras le robaban el oro y terminaban con su vida, fue la vieja del Río La Vieja y no la Virgen. Con esto, queda muy fácil proponer un desagravio, tanto para la vieja como para la Virgen: a la primera, para que sea recordada a nivel nacional y, a la segunda, para eliminar el tinte de histeria que Rafael Nuñez, autor de la letra del Himno, le quiso imprimir. Muy fácil: basta con modificar un verso en el Himno Nacional sustituyendo La Virgen sus cabellos arranca en agonía por La Vieja sus cabellos arranca en agonía.

Y aunque esto no soluciona la fealdad del nombre del río ni del verso señalado del Himno Nacional, serviría para que, cuando un niño llegue a escuchar La Vieja sus cabellos arranca en agonía y pregunte el porqué, se le pueda explicar la historia de la vieja que recogía oro, que fue asaltada, despojada y muerta. Pero que, además La Vieja (como río) se sigue arrancando los cabellos, metafóricamente hablando, al ser contaminada por los desechos de varias ciudades, entre otros varios atropellos que los seres humanos, a pesar de vivir en pleno siglo XXI, siguen cometiendo…


Álvaro Posse