En verdad me siento muy apenado con mi abuelita Mercedes por utilizar como título para este artículo “Sin tetas no hay paraíso”. Por fortuna, no fui yo quien se inventó esta expresión. El verdadero autor es Gustavo Bolívar, que elevándola a categoría de novela, cuenta la historia de unas jóvenes que se entregan a narcotraficantes a cambio de dinero, donde sobresale Catalina, una chica de 17 años, de Pereira, que tiene la particularidad de carecer de senos de gran tamaño. Inspirado en este libro, Caracol TV ha lanzado la serie homónima “Sin tetas no hay paraíso”, que ha crecido en audiencia y en polémica, al punto que ha desatado una controversia que lleva a unos a defender el programa y a otros a atacarlo. Incluso, el alcalde de Pereira se ha pronunciado y en dicha ciudad se anunciaron marchas de protesta.
Pero el propósito fundamental de este artículo es el de presentar, en nombre de mi abuelita Mercedes, la más sentida y enérgica protesta, no por el libro, ni por el programa de televisión, sino por el repulsivo (para ella) vocablo “tetas”. Argumenta mi abuelita, que tetas no es la palabra más indicada para hablar de… eso. Que a las mujeres se les debe respetar, que hasta dónde hemos llegado, que no hay derecho, que con esto se nota la degradación de la sociedad, que hace falta la cátedra de Carreño en los colegios, que la gente ya no cree en Dios, que el mundo se va a acabar, etc., y todo por culpa del uso de la palabra “tetas”.
Pues bien a mi
abuelita le he cumplido: Cartago entero se ha enterado de su protesta. Lo único
malo es que me puso a buscar un sustituto para la palabra “tetas”. En primer lugar me encontré con puchecas, una palabra desconocida para
Entonces, al buscar en el diccionario la palabra senos, encuentro otros dos sinónimos: mamas y pecho (de la mujer) y con ellas organizo de nuevo la expresión, pero me encuentro con un bochornoso Sin mamas no hay paraíso, que agregándole una tilde serviría en Mayo para celebrar el día de la madre con Sin mamás no hay paraíso. Y peor aún, Sin pecho no hay paraíso, que suena bastante seca y sin mamas.
Con las tetas sustituidas sin éxito por puchecas, senos, mamas y pecho, encontré el último de los sinónimos: se trata de una palabra que suena como pieza de carnicería y órgano estudiado por veterinarios: la palabra ubres, con la cual mi abuelita quedaría totalmente perpleja al escuchar Sin ubres no hay paraíso, porque en nuestro medio al hablar de ubres, nos imaginamos de inmediato los senos, mamas y pecho de las vacas. Así que, al encontrarme de nuevo con mi abuelita, tuve que decirle: Abuelita, después de mucho intentar con puchecas, senos, mamas, pechos y ubres encontré en el diccionario una definición acorde para todas ellas: “En los mamíferos, cada una de las tetas de la hembra que son órganos glandulosos y salientes y sirven para la secreción de la leche”. Así que, Abuelita, lo siento: Sin tetas no: hay paraíso.
Álvaro Posse