domingo, 12 de octubre de 2003

El mito de la Luna y el Sol

 

Imagen de Mona El Falaky en Pixabay 

Cantaban los Quimbayas -en la jurisdicción del Cartago de Robledo, antes que llegara este y cortara en picaditos como a 70 caciques- una hermosa poesía, que gracias a la Tradición Oral, pasaba sin enmiendas, de generación en generación.

La luna estaba llena

Con un guayuco blanco de novia

Y era del sol la novia

En plena luna llena

 

Vengan a la fiesta de la luna

Dijeron a las estrellas

Por un próximo niño de cuna

Chismosearon ellas

 

El Sol está radiante

¡Se va a casar!

Y es emocionante

¡Lo van a cazar!

 

Se van a casar el sol y la luna

Ya se alistan los invitados

Que tildan de tarados

Al sol y la luna

 

Beban mucha chicha

Para la pareja emborrachar

Antes que se vayan a casar

Beban mucha chicha

 

Yagé necesitan

Los muy enamorados

Yagé necesitan

Después de amarrados

 

Luna embustera

Pendejo el sol

A pleno sol

Luna embustera

 

De noche sale la luna

De día sale el sol

Por embustera la luna

Por pendejo el sol 

Un día, sentado completamente solo, a orillas del Río La Vieja, un extraño aire comenzó a soplar… Era helado, gélido, extremadamente frío. Pero en medio del extraño clima, escuché esa poesía. Una visión, como de un aborigen, de los últimos que existieron, ya cristianizado, me recitó de memoria lo anteriormente escrito. Por fortuna tenía a mi lado una grabadora de periodista y pude copiar hasta la última letra de los versos que aquí reproduzco. ¿No me creen? ¿Y por qué a Francisco Ximénez sí le creyeron lo del Popol Vuh en Centroamérica? ¡Clasistas! O ¿sólo los mayas tienen derecho de resucitar sus relatos? ¡Que vivan los Quimbayas!

Pues bien, inspirado en esto que fue cierto (ya me creen, ¿verdad?) y obedeciendo una labor que me fue encomendada, de combinar los versos con la narrativa, honro esa visión, de la siguiente manera:

EL MITO DE LA LUNA Y EL SOL 

La luna estaba llena

Con un guayuco blanco de novia

Y era del sol la novia

En plena luna llena 

En una época en la cual la Luna estaba llena, y no precisamente por haber comido mucho (me refiero a alimentos) se tuvo que vestir de blanco para disfrazarse como una novia. Se puso el guayuco más sexy que tenía, ya que por aquel entonces era una Luna desvergonzada. Como siempre sucede (en todos los relatos parecidos a este) se iba a casar con el señor Sol. Aclaro que, a diferencia de otros relatos, este matrimonio sonaba bastante sospechoso. 

Vengan a la fiesta de la luna

Dijeron a las estrellas

Por un próximo niño de cuna

Chismosearon ellas 

Las estrellas, cuñadas de la Luna, invitaron a muchos a esa boda. ¿Por qué invitaban sus cuñadas y no sus familiares? De seguro que algo sospechoso ocurría. ¡Y por supuesto! Lo que todos creíamos: ¡La Luna sinvergüenza estaba embarazada! Se aproximaba un Lunito a este maltrecho sistema solar. Claro: no se sabe qué es peor, si una Luna sinvergüenza o una parrandada de cuñadas chismosas que se creían muy estrellitas. Con el tamaño del Universo ¿no harán lo mismo ellas? Y es que juzgar es muy fácil cuando se coge el pellejo ajeno. 

El Sol está radiante

¡Se va a casar!

Y es emocionante

¡Lo van a cazar! 

El Sol estaba radiante. Ese día echaba fuego que daba miedo. Pero tenía, seguramente, la cara de toda víctima a punto de ser inmolada, sin darse cuenta: Cara de tonto grande y amarillento radiante gigantonto, porque lo que el pobrecito no sabía era que, en vez de estarse casando, lo estaban cazando, con el viejo truco del bebé a bordo. 

A pesar de esto y con sinceridad el sol estaba feliz porque se iba a casar. La Luna también, pero había una gran diferencia: el Sol se casaba por amor y por obligación (¡Las normas celestiales son muy claras!) pero la Luna por interés: Siempre había querido cazar al Sol… ¡Y lo logró!

La noticia no tardó mucho en darle la vuelta a la Vía Láctea. La Vaca de los cielos (la que le da a la Vía el nombre de Láctea) en su papel de periodista de por allá, manifestaba:

Se van a casar el sol y la luna

Ya se alistan los invitados

Que tildan de tarados

Al sol y la luna

No faltaba en el segundo cielo el chismorreo de los invitados, como ocurre siempre antes, durante, después y mucho después de cada matrimonio: en este caso uno solo era el adjetivo que los astros invitados le daban a la desdichada pareja: ¡Tarados! Bueno… en muchas otras ceremonias nupciales se dice lo mismo, esto no es nada nuevo, ¿verdad?

Beban mucha chicha

Para la pareja emborrachar

Antes que se vayan a casar

Beban mucha chicha 

Como ciertamente era un matrimonio por conveniencia para la Luna, todos los astros recomendaron Beber Chicha –por aquel entonces el único licor que pagaba impuestos en el cielo y en la tierra, autorizado socialmente a pesar de ser una sustancia psicoactiva- Lo mejor era emborrachar a la pareja, aunque esta, ya estaba borracha de lo pendeja, por casarse de esa manera.

Yagé necesitan

Los muy enamorados

Yagé necesitan

Después de amarrados 

No faltaron los astros degenerados, que por debajo de cuerda, como hoy, ofrecen droga como disculpa y como supuesta solución. ¡El mal camino siempre ha estado presente! Dicen que por eso pasan cometas de vez en cuando: que son astros que van como locos por el espacio sideral, porque en vez de chicha se traban con Yagé, y de vez en cuando les da la loquera y se quieren estrellar contra los planetas. 

¡La Luna está en embarazo y no puede beber y mucho menos trabarse! ¡Irresponsables! –gritó Saturno, que vivía jugando hula hula a todas horas. 

A pesar de los discursos moralistas, no faltó astro que en medio de su borrachera de Chicha, revuelta con la traba del Yagé, se parara en medio de la ceremonia a insultar a los casandos.

Luna embustera

Pendejo el sol

A pleno sol

Luna embustera

A pesar de lo bochornoso del asunto, el Sol, en memoria de este insuceso, pudo, siglos después, preguntarse el por qué y descubrir la verdad del engaño del corazón de la Luna. 

Y así, ante el recuerdo de lo inocultable y como siempre sucede cuando las bodas se manejan con Yupy incluido, y al cabo de un sideral tiempo, se separaron.

De noche sale la luna

De día sale el sol

Por embustera la luna

Por pendejo el sol

Y se dice entonces, que esta es la razón por la cual ya no salen juntos: el Sol sale de día y la Luna sale de noche.

Incluso podríamos conjeturar mucho más: ¿acaso sale de noche la Luna, por aquello de que Vaca Ladrona no olvida el portillo? Lástima que haya aparecido Robledo, ¡porque el chisme estaba bueno!


Álvaro Posse